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Bitácora Auditum (IV): Escuchar en tiempos del agua

Registros sonoros y silentes de mares, ríos trasplantados y jagüeyes disecados nos advierten que hoy la escucha es ante todo un acto político. Transformar nuestra relación antropocéntrica con el agua, implica recordar que en un principio fuimos acuáticos y que el oído fue anterior a la visión. El artista colombiano Leonel Vásquez presenta su obra sonora realizada en paisajes naturales y culturales del agua, su ruido, el canto en la escucha subacuática y acciones revolucionarias de alta tecnología ancestral que buscan la crianza y la cosecha de este bien preciado.

“Escuchando los registros subacuáticos me encontré con algo maravilloso, el río arriba en el nacimiento no suena distinto al río abajo donde sus aguas se encuentran con los residuos de la gran ciudad. El río está vivo porque suena, su ser sonoro lo libera de las representaciones desagradables. Su vitalidad se manifiesta bajo una riqueza de imágenes acústicas, de espacios fluidos y resonantes, acumulaciones de partículas sonoras en masas granulares, polirítmicas, en movimientos dinámicos envolventes. Sonidos relajantes y confortables.

Lo que vemos, olemos y sentimos del río es el desprecio de la gran urbe viajando en aguas servidas. El oscuro presente de estas aguas reflejan el estado de precariedad simbiótica y la crisis de las utopías de desarrollo económico y social de la ciudad. Rescatar su naturaleza sonora vibrátil limpiarla de sus representaciones, es un acto de rebeldía , dignidad y resistencia.

Volver a escuchar el ser sonoro de las aguas, implica dejarlas sonar desde adentro con todo nuestro cuerpo, reflejarnos en ella y recordar que en principio fuimos acuáticos, que en el útero éramos oyentes y que el oído fue anterior a la visión, así poder interpretar sus mensajes y ritmar con sus ciclos.” – Leonel Vasquez

 

Invitación a volver a sentir al unísono desde el cuerpo del ojo y la escucha el ser sonoro de las aguas, a ver que la crisis en la conciencia del agua es también la de escucha antropocéntrica. Transformarla implica dejarlas sonar desde adentro con todo nuestro ser, recordar que en principio fuimos acuáticos, que en el útero éramos oyentes y que el oído fue anterior a la visión, así poder interpretar sus mensajes y ritmar con sus ciclos y finalmente comprender que, en estos tiempos, entre tantos estruendos de avalanchas, tormentas, inviernos y silencios de jagüeyes desecados y ríos trasplantados, uno de los asuntos más urgentes es aprender a vivir en la escasez y la abundancia de agua.

Toda forma de escuchar se construye social y culturalmente, por lo tanto está sujeta a la mediación de sentidos, intereses y poderes; la escucha es ante todo un acto político. Entender e interactuar con la realidad implica disponer una actitud atenta y profunda a los sonidos y silencios, pues estos son huella inseparable de los acontecimientos y manifestación expresiva de solicitudes. Recorrer a la escucha de los ríos, los mares y los cuerpos de agua en esta investigación, ha implicado encontrarse con el territorio sonoro en conflicto, las voces en guerra de los paisajes humanos con los paisajes naturales, el silenciamiento de las aguas y sus distintas formas de vida; en contraste con cantos y expresiones culturales que como acciones revolucionarias de alta tecnología ancestral buscan “la crianza y cosecha del agua”.